lunes, 7 de noviembre de 2016

La primera reseña de la temporada: Vango


Vango es un chico atormentado por su pasado, del que apenas conoce unos detalles. Llegó a las islas Eolias después de un naufragio junto a su aya y un pañuelo bordado. Allí creció y poco a poco fue descubriendo su habilidad para llegar a cualquier rincón, por alto y escarpado que sea el camino, y empezará a hacerse preguntas sobre su historia que nadie quiere responde. Por eso tendrá que ir él mismo en busca de respuestas.


Pero todo esto lo sabemos mucho después de que empiece la novela. Lo primero que vemos es a un chico de menos de veinte años que va a ser ordenado sacerdote en Notre Dame de París. ¿Quién nos iba a decir que un inicio así nos iba a enganchar de esta manera?
Y es que Vango es una historia trepidante desde la primera línea. No te deja respirar apenas entre acciones. Igual que Vango salta por los edificios, vuela y huye, nosotros devoramos sus aventuras y disfrutamos de él y de todos sus compañeros. Porque el autor cuida tanto a sus personajes que hasta el menor secundario te deja huella: el cocinero del Graff Zeppelin; el monje más humilde… se hacen un hueco en nuestro corazón lector.


Es una novela que nos lleva a diferentes lugares y épocas de la historia de Europa en el primer tercio del siglo XX. Se desarrolla en múltiples escenarios y la sensación al leerla es que vamos juntando las piezas de un puzzle que nos llevará, a Vango y a nosotros, a conocer por fin su pasado y entender así su presente.
Aventuras, amor, historia, tensión, comida, épica, humor, drama… un libro coral que no tiene edad. Podríamos echarle en cara que deja muchos flecos abiertos, cuestiones sin resolver… pero la buena noticia es que para cerrarlos está la segunda parte.

En fin, hemos empezado en nuestra bibliocueva con mucha fuerza. Ahora toca mantener el nivel.

Puntuación: 4 Dragones. 

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